EDITORIAL: ¿LA RAZON O LA MAGIA? ¿LA TECNOLOGIA O LOS OJOS?

Impacto - Cuando el hombre pisaba por primera vez la luna se alzaron lamentos porque la romántica luna de los sueños había sido alunizada y despoetizada por la tecnología. ¿Por qué –se preguntaban los poetas- perder aquel encantamiento que emanaba de su enigma por el desencanto realista de tantas certezas científicas?Lo mismo podría pensarse del fin del enigma del embarazo, ya convertido en transparente. Hoy la certidumbre del sexo casi desde el embrión da fin a la espera del parto como única forma de revelación. Y por más que haya madres que para continuar degustando nueve meses la sorpresa, descarten ese proceso, éste es determinante más allá del criterio individual. Seguir leyendo.-
La ciencia ya sabe el resultado, se quiera o no se quiera. Y la madre, aunque se niegue, no puede cancelar la anticipación. Esa es la discusión de hoy en el fútbol. Si aplicar las innovaciones técnicas electrónicas que eviten graves errores arbitrales o dejar que siga jugando el juego sus azares, incluyendo la probabilidad del desacierto y la injusticia. Desde siempre se plantea culturalmente esta antinomia entre la razón y la magia, entre el pensamiento y el instinto. Para ser más simples: entre la naturaleza y la ciencia. Y ese planteo es falso. Porque cada vez que la ciencia gana territorio y devela misterios, surge otro misterio adelante. Porque si los descubrimientos son interminables, los enigmas son infinitos.
Y si en el fútbol- como ya pasa en el tenis y en otros juegos- la tecnología desplaza a los ojos como sello de certeza, eso no impide otras incógnitas del juego: ya que no se sabe quién será el ganador ni menos cómo se irán comportando los tenistas en el desarrollo del partido. Ni miles de otras situaciones impredecibles. Antiguamente en un día nublado el campesino a lo mejor se decía que el cielo estaba pensativo. Apostaba a su pálpito o a su intuición para tratar de predecir la lluvia. Hoy la ciencia fue quitando pálpitos y permitiendo comprobaciones meteorológicas cada vez más precisas y sutiles.
Y sin embargo la naturaleza sigue siendo un misterio, aunque muchos de sus efectos sean previsibles.
Ya no es gracioso ni justo ni bello que al instante de producirse un gol ilegítimo dado por legítimo la tecnología nos descubra el error y la injusticia se lo siga convalidando en conocimiento ya de la verdad.
Sería como si en lugar de detectar al dinero falso se lo dejara cursar porque, salvo por advertencias técnicas, nadie se da cuenta de que es falso.
También acerca del sexo la ciencia va desmitificando casi todo: se están llegando a revelar el secreto de por qué un poro se siente afín con otro poro y no con otro. Y sin embargo el sexo sigue siendo un azar y un misterio. También lo seguirá siendo el fútbol. Por Orlando Barone.-

Comentarios