"QUE REALICO QUEREMOS": SE ACRECIENTAN HECHOS DE VIOLENCIA EN LA VÍA PÚBLICA - POR GLADYS SAGO

Impacto - Un hecho grave hecho lugar sobre avenida Mullally, entre Sarmiento y Gobernador Centeno, en la plaza Hipólito Yrigoyen y sobre la vereda la iglesia parroquial, en el amanecido domingo 12 pasado- a las 7.50 la policía fue alertada por un llamado telefónico desde el Hospital Virgilio Tedin Uriburu, que informaba sobre una grave herida provocada con arma blanca en el abdomen de un vecino de 27 años identificado como Franco Alberto Lucero, a quien se lo trasladaría a General Pico para ser atendido en el Hospital Gobernador Centeno.

De la investigación de rigor, mediante testigos, se pudo establecer que alrededor de las 7 comenzó en el lugar del hecho una discusión entre el herido y otro hombre mayor de edad de apellido Vega con domicilio en Bernardo Larroude. En horas de la tarde, el Juzgado Nro. 4, que interviene en la causa caratulada como "Tentativa de homicidio", libró una orden de allanamiento para dar con Vega, que tras el allanamiento efectuado en su casa quedó detenido porque se secuestraron armas, prendas de vestir y un automóvil Fiat Uno, que tendría relación con lo acaecido.
Agresividad constante 
La noticia, escueta o con los datos que le impone la información, ya no es de actualidad, salvo conocer que el afectado esta fuera de peligro.
Comprender que cada vez se acrecientan más los hechos de violencia en la vía pública, implica reconocer cambios profundos en la conducta de una población donde la condición social resulta irrelevante, porque la circunstancia le compete a cualquiera. Esa constante agresividad manifiesta, conlleva-sin duda- las consecuencias psicofísicas de la adicción por excelencia, el alcoholismo, donde el exceso de ingesta de bebidas con alta graduación alcohólica mezclada con bebidas energizantes y tal vez algunas otras sustancias -como puede ser cualquier fármaco inocuo destinado a calmar dolores o ansiedad- supone la manera más generalizada de divertirse para personas de toda edad.
Pero también influye un maltrato progresivo que se instalo en algunas familias, en los establecimientos educativos, en ciertos comercios o entidades donde el respeto al vecino debería primar. Como no tiene sanción social, porque se da por sentado que es usual hasta entre quienes deberían dar el ejemplo (padres, maestros, periodistas, vendedores, empleados públicos, miembros de instituciones y demás…), se potencia la falta de respeto habitual, cuando algún elemento aporta otros ingredientes a la íntima insatisfacción que propende a generar una actitud deplorable.
Siempre quedará la duda sobre si los”borrachos”de antes eran diferentes; porque se descomponían del estómago, se ponían melancólicos o nostálgicos y lloraban un buen rato o se iban a dormir, mas allá de alguno que tiraba trompadas al aire o rompía una vidriera. Pero perder el conocimiento en algunos casos-como en el último tiempo- insultar a viva voz o buscar pelea, pero con armas blancas y “negras” es otra cosa.
Después de escuchar a profesionales y policías en charlas donde se reiteran parámetros de una problemática que afecta a la provincia y al país y ver infinidad de campañas de prevención; de enterarse de situaciones diversas en domicilios particulares en la propia localidad, con el protagonismo de adolescentes; observar cómo la sociedad se deteriora en su interrelación vecinal, remite a interrogantes obvios pero que no suelen tener una respuesta ni por parte de los propios consumidores, entremezclados entre los que exigen a las autoridades una solución.
Recobrar un diálogo sincero con matices de tolerancia y comprensión por las necesidades profundas del otro, podría ser un buen comienzo. Tanta individualidad lleva a evadirse de los problemas ajenos y se pierde la capacidad de escuchar. Acorde a lo circular de la vida, con todas las aristas que presenta, es dable convenir que la convivencia implica una ida y vuelta. Si se es incapaz de satisfacer la genuina necesidad de un congénere de compartir, de exteriorizar un pesar, de manifestar inquietudes, de pedir una opinión con la perspectiva que da no ser parte de la situación o del problema; la curva propiciará en algún momento que aparezca la condición de vulnerable, porque nadie es inmune a la desgracia, a la maledicencia, a los egoísmos y a la envidia.
Coexistir con la incertidumbre obliga a replantear la existencia y a valorar las certezas sin pretender tener todo asegurado, como método para disipar los miedos. Como humanos somos falibles y resulta mas honesto reconocer que formamos parte de los desvalores (donde seguramente cobra preponderancia el desamor); única manera de animarse a afrontarlos. La fortaleza la otorga el saber que se esta acompañado. Por Gladys Sago - Directora de "La Voz de Realicó".-

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