"QUE REALICO QUEREMOS": POR GLADYS SAGO

Impacto - En su cuento breve”Veritas odium parit”, Marco Denevi relata:
-Traedme el caballo más veloz, pidió el hombre honrado.
-Acabo de decirle la verdad al rey.
Desde que la historia comenzó a ser contada, una de las cualidades más insignes que definía el perfil de un estadista (y lo diferenciaba de un gobernante) era la grandeza. De espíritu, de alma, con ribetes de tolerancia y condescendencia hacia el (su) pueblo; con un inventario heroico de hazañas y hasta de un cúmulo de cariño entrañable logrado a través de ejercer la justicia con equidad. SEGUI LEYENDO LA NOTA.-
En Realicò comenzó a gestarse un fenómeno social con una mecánica que para muchos-incluidos quienes gobiernan-pasó desapercibido hasta que algunos vecinos atentos coincidieron en pensar su utilidad desde otro ángulo.
Con los Talleres Participativos convocados por la Municipalidad y los profesionales de la Universidad Nacional de La Plata (que asesoran para definir un Plan de Desarrollo Estratégico a largo plazo) como ariete, las reuniones periódicas hacen confluir en diferentes grupos a personas que, en general, no suelen tener un contacto vecinal mas allá del saludo de rigor o la pertenencia a alguna institución intermedia. De pronto, las miradas de soslayo, los silencios de quienes deberían opinar, la memoria, los temores plagados de escepticismo y hasta los que aparecen como adversarios; trocan en ideas, en propuestas, en pensamiento común, en ganas de compartir la perpetuidad de los sueños fundadores; sin advertir que se estrena una nueva manera de interrelacionarse. Aún cuando el Plan no tenga en los futuros gobernantes el mismo ímpetu para presentarlo y haya que reactualizar en cualquier oportunidad una buena porción de lo dicho.
En esa suerte de clase práctica se aprende a escuchar al otro. Se conocen aspectos de situaciones vividas, de gestiones truncas, de proyectos postergados, que no hubieran trascendido de no contar con ese espacio. De manera implícita se exhorta a pensar un Realicò que involucre a todos sus habitantes, con las lógicas diferencias que moldean la idiosincrasia de una sociedad que se empeña en aparecer como indiferente, pero se enoja. Y cuando existe el enojo, quiere decir que (todavía) fluye la sangre caliente en las venas y se puede llegar a un apasionamiento capaz de llevar al cambio, con la misma certeza con que se busca mejorar en el trabajo, se planifica una carrera, se conforma un hogar después de elegir a la que se cree que es la persona indicada o se gratifica en las horas de esparcimiento. Para entretejer –en la consabida rutina- con todos esos elementos, la urdimbre local; mientras aparece la toma de conciencia apta para romper modelos impuestos, desestimar malos presagios, desnudar las mezquindades sin necesidad de señalar a nadie y sentir que resulta más fácil atreverse cuando el cometido es compartido. En esa búsqueda de un mundo propio renovado, después de una larga centuria.
Más allá de que el Plan se lleve a cabo.Mas allá de las propuestas gubernamentales y de las contrapropuestas locales; de quienes gobiernan y de quienes quieren gobernar; prima-y ojala que para siempre-el reencuentro.
Queda pendiente la continuidad en el ejemplo, para que las nuevas generaciones se formen con la consigna de escribir cada día un párrafo mas, de la historia del presente.Queda pendiente también ahondar en los misterios que marcaron con sus mandatos estereotipados, para difuminar la bruma que haga convertir lo incierto en un paisaje urbano y rural espléndido, digno de ser vivido. Con hombres y mujeres de toda edad que se protejan, que no acusen, que no nieguen su origen, que desborden de risa. Que usen el susurro para halagar el oído y no para multiplicar el miedo; que se pueda desterrar esa vieja costumbre de no aceptar la verdad en las acciones públicas, aunque moleste o duela; porque la que supone pertenecer a las acciones privadas de los hombres, el precepto constitucional la ampara.
Realicò transita por un tiempo nacional que instaló de nuevo la política; la saludable herramienta para que el sistema democrático se active.
Fraternizar mientras se milita, se participa, se discute, es un buen indicio para sentirse aliados capaces de dar lo mejor de sí; desde el llano y desde la función pública. Para que se pueda extraer la enseñanza del accionar conjunto.
Es hora de opacar para siempre lo superfluo, lo banal e intrascendente, cuando se trata de vivir conforme a la esencia –tan vapuleada y perdida entre códigos sociales ajenos-para que el libre albedrío se convierta en un modo concreto de acentuar el compromiso con la imagen que devuelve el espejo; y poder transitar sin rencores por las calles de un pueblo, en el que nunca nadie deba pedir el caballo más veloz. Por Gladys Sago - Directora de "La Voz de Realicó".-

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