descubrieron que vivían en América,
descubrieron que estaban desnudos,
descubrieron que existía el pecado"… (E. Galeano).
Una historia conocida por todos.
Desde chicos nos enseñan a festejar el “nacimiento de América”, el “encuentro de dos mundos”, la llegada de Cristóbal Colón a un “nuevo continente” y La Santa María y La Niña y la Pinta…
¿Cuál es la voz que escuchamos?
La de los vencedores, en el nombre de la Espada y la Cruz.
Nunca jamás esta historia fue contada por los pueblos originarios.
Y hemos acompañado esa única voz en distintas oportunidades hasta nuestros días.
En el año 1878 el presidente Julio A. Roca inició lo que se denominó “La Campaña del Desierto” (¿Qué desierto?) y así afianzamos relaciones con los españoles, admirando sus buenas costumbres, su raza, ideas y religión.
Con el tiempo olvidamos nuestra historia, relegamos al indígena, empezamos a considerarlo (y aún hoy lo seguimos haciendo) un extranjero en su propio territorio.
Hace 5 Siglos el indígena sufre esta masacre.
Antes se trató de conquistas, colonización, usurpación; hoy se trata de una masacre cultural, ideológica, étnica.
Este día se levantan los grupos de pueblos originarios para recordarnos la historia, para seguir entendiendo que no hay nada que festejar, que el cuento del “Día de la Raza” ya pasó a ser un cuento y que bajo el nombre de “Diversidad Cultural” se encuentran entrañables gritos cargados de derechos, de libertades, de reconocimiento, de paz.
Esta columna invita a la reflexión, a la memoria, a responder a los brazos abiertos del aborigen, del indio que hace tanto tiempo resiste a las vendas del “Argentino”. Que este 12 de Octubre no sea un día de la raza, ni un festejo de la diversidad cultural, sino un abrazo a nuestros hermanos luchadores de la Tierra, el Aire y el Sol.
N. de R: Camila Sago estudia en Córdoba Licenciatura en Comunicación Social. Y a partir de esta columna, esta hija de realiquenses, comienza a colaborar en "Impacto Informativo", lo que para nuestro diario digital no solo es un orgullo, sino además una profunda alegría.
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